Cien
años después de la conquista, Leonardo Torriani, aquel ingeniero
italiano que se acercó a las islas con espíritu curioso, nos dejó
la crónica de un hecho tremendamente significativo. Cuenta que vio y
oyó a canarios en las playas de Tamarán, que cantaban una endecha,
todavía en la lengua tamazigh de sus abuelos, lamentándose
e invocando a su unidad como única vía de futuro:
"Aicà maragà aititù aguahae
Maicà guere; demancihani
Nehigà aruuici alemalai"
(Sé bienvenido, hermano,
Mataron a nuestra madre esta gente extranjera
Pero ya que estamos juntos
Unámonos. Si no, estamos perdidos.)
Quinientos años después de aquello, y dados
los tiempos que corren, cada día imagino una marea de centenares de miles
de canarios y canarias acudiendo a esas playas, que hoy son y mañana
pueden no ser, acudiendo a la puerta de esos Cabildos que hoy son... acudiendo,
de la mano y "a voz en cuello", como dijera Pedro García Cabrera,
para cantar, de nuevo, aquellos versos antiguos, que algunos se empeñan
en mantener de actualidad:
Sé bienvenido, hermano, hermana:
Están rematando a nuestra madre-tierra
Esta gente que se dije "nuestra",
Pero ya que estamos juntos, unámonos,
Si no, estamos perdidos.
Rogelio Botanz